El hombre no ama la liberdad, es mentira, no sabe qué hacer con la libertad, apenas es libre, se dedica a abrir cómodas de vestidos y ropa blanca, a ordenar viejos papeles, busca fotografías, documentos, cartas, va al jardín y escarba la tierra o anda totalmente sin sentido ni objeto en cualquier dirección, sea la que fuere, y lo llama paseo.
Y qué hay más terrible que un paseo de sábado por la tarde, como visita a parientes o conocidos, en el que se satisface la curiosidad y se destruyen las relaciones con esos parientes o conocidos.
Y nada es más ridículo que el deporte, esa coartada favorita entre todas para la absoluta falta de sentido del individuo.
Es evidente que quien no se refugiaba en una actividad y creía poder pasar el tiempo sólo meditando y superar su estado mental amenazado y, muy a menudo, mortalmente peligroso, por medio de la meditación y la reflexión, se abandonaba rápidamente y, además, al ciento por ciento, a su desgracia personal.
El sótano. Thomas Bernnhard