The sun, the trees

...Amaba la soledad, porque en su seno, dando rienda suelta a la imaginación, forjaba un mundo fantástico, habitado por extrañas creaciones, hijas de sus delirios y sus ensueños de poeta, tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los había encerrado al escribirlos.

Creía que entre las rojas ascuas del hogar habitaban espíritus de fuego de mil colores, que corrían como insectos de oro a lo largo de los troncos encendidos, o danzaban en una luminosa ronda de chispas en la cúspide de las llamas, y se pasaba las horas muertas sentado en un escabel junto a la alta chimenea gótica, inmóvil y con los ojos fijos en la lumbre.

Creía que en el fondo de las ondas del río, entre los musgos de la fuente y sobre los vapores del lago, vivían unas mujeres misteriosas, hadas, sílfides u ondinas, que exhalaban lamentos y suspiros, o cantaban y se reían en el monótono rumor del agua, rumor que oía en silencio intentando traducirlo.

En las nubes, en el aire, en el fondo de los bosques, en las grietas de las peñas, imaginaba percibir formas o escuchar sonidos misteriosos, formas de seres sobrenaturales, palabras ininteligibles que no podía comprender.

¡Amar! Había nacido entre soñar el amor, no para sentirlo. Amaba a todas las mujeres un instante: a ésta porque era rubia, a aquélla porque tenía los labios rojos, a la otra porque se cimbreaba al andar como un junco.

Algunas veces llegaba su delirio hasta el punto de quedarse una noche entera mirando a la luna, que flotaba en el cielo entre un vapor de plata, o a las estrellas que temblaban a lo lejos como los cambiantes de las piedras preciosas. En aquellas largas noches de poético insomnio, exclamaba...

 A vísperas de puente os traigo un post  con una introducción muy especial, y es que desde hace muchísimo tiempo este es uno de mis relatos favoritos y lo seguirá siendo ya que está hecho por uno de mis escritores favoritos. Para el que no lo haya identificado es "El rayo de luna" de Gustavo Adolfo Bécquer.

Estoy enamorada de toda su obra.

Por otro lado, el escaparme de vez en cuando a bosques y perderme caminando es algo que no solo me gusta si no que a veces necesito, pues liberas la mente y te paras a pensar en muchas cosas, de ahí vienen la inspiración para tantas otras cosas, o para aclarar ideas, y si en esos paseos no he sido capaz de aclarar nada, al menos he respirado un poco de aire.

Para camianar por los bosquecillos suelo llevar ropa de montaña, pero este paseo fue algo imprevisto por lo que fui con un maxi jersey gordito, camisa de cudaros debajo que asoma por los puños y por el cuello, unos vaqueros, (comodín para todo) y botas de estilo militar. Todo de Zara salvo los vaqueros que son de Mango y las gafas que son Ray-Ban.

Espero que os guste

Besines