Está por todos los rincones de la realidad y la ficción, desafiando a la
cordura, desatendiendo a la gravedad, burlándose de cualquier ciencia que trate
de buscarle explicación. No existe manera de escapar de él y no entiende de
reglas ni de leyes ni de “peros” ni de “por qués”. Habla en todas los idiomas
con la misma lengua. No aprende de los errores, tropieza en la misma piedra una
y otra vez, no hace distinciones de razas, ni sexos, ni edades, ni
imposibles. Huye de la lógica y no se deja convencer por la razón,
ama la trama sin preocuparse por el desenlace. No puedes seguir su rastro
porque no tiene caminos, atarlo en corto es darle alas. Puede ser un
banquete para el corazón o una herida indeleble para el alma. Se puede afinar
con los dedos de la ternura o desafinar con los del desamor para que suene
desgañitado como el despecho. Nadie sabe de donde llega ni por donde
se va. En sus manos eres como marioneta feliz movida por sus hilos y a su
antojo. Como veleta expuesta al capricho de los vientos. Está presente en
todas las modalidades del arte, en todas las caricias del planeta, en todos
rincones del tiempo. No se puede vivir sin aire, ni se puede respirar sin
amor...